Beneficios del drenaje agrícola

Los suelos pueden tener altos niveles de humedad por causas naturales como: exceso de lluvias, inundaciones, poca permeabilidad de las capas del subsuelo, obstáculos para las escorrentías, etc.

Repobla te aconseja realizar el drenaje de una parcela cuando existan excesos de agua sobre la superficie o dentro del perfil del suelo. De esta forma, se asegura una humedad apropiada para las raíces de las plantas y un control de la salinización.

Antes de llevarlo a cabo, es necesario inspeccionar el terreno, observar cómo y dónde se va a desalojar el agua de drenaje.

Hay varios tipos de drenaje, entre los que podemos destacar:

El drenaje superficial, que se lleva a cabo mediante la nivelación de parcelas, surcos con pendientes hacia zanjas o desagües, y pozos.

El drenaje subterráneo, como su propio nombre indica, son obras bajo la superficie para captar y desalojar el exceso de agua. La disposición del drenaje subterráneo suele diseñarse en paralelo o en forma de “espina de pescado”.

Para ejecutar un drenaje subterráneo con grava se requieren varios pasos:

  1.    Realizar zanjas con una ligera pendiente para que pueda circular el agua.
  2.    Colocar el geotextil.
  3.    Distribuir y extender la grava.
  4.    Situar el tubo de drenaje.
  5.    Extender grava de nuevo.
  6.    Cerrar el geotextil.
  7.    Tapar la zanja.

 

 

También existen sistemas «Todo-en-uno» que precisan de un solo paso en su colocación, por lo que el proceso de ejecución es más rápido. Son preformados que se componen de un tubo corrugado ranurado de doble capa que está envuelto por unas partículas geosintéticas, que sustituyen a la grava. Este relleno está sujeto por una malla de polietileno de alta resistencia, embridada por ambos extremos del tubo. Entre la malla y el relleno hay un filtro geotextil, que evita que las tierras penetren en el tubo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Los objetivos de una práctica de drenaje son:

  • Restablecer unas condiciones adecuadas para el desarrollo de los cultivos.
  • Eliminar el exceso de agua del suelo (superficial o internamente).
  • Abatir niveles freáticos someros.
  • Mantener un balance salino.
  • Evitar el desarrollo de enfermedades fungosas.
  • Propiciar una mayor actividad biológica, que favorezca la formación de una mejor estructura del suelo y una mayor fertilidad.
  • Facilitar el acceso a las parcelas para realizar las labores, colectar la cosecha, etc.

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